... al sastre y aun al zapatero, lo estimarán más en todas partes, que no al hidalgo tuno, ocioso, trapiento y petardista.
No hay que escribir sino en el momento en que cada vez que mojas la pluma en la tinta, un jirón de tu carne queda en el tintero.
Se aferró a ese jirón de esperanza. Sabía que le amaba. Eso no había cambiado. La misma noche anterior había hecho el amor de forma frenética, como alguien que saciara una sed terrible. Y después de que él quedara satisfecho había rodado encima de él, besándole con avidez, jadeando entre su barba mientras gozaba una y otra vez, hasta quedar tan exhausta de placer que no pudo seguir.
Me gustan los epitafios; ellos son, entre la gente civilizada, una expresión de aquel piadoso y secreto egoísmo que induce al hombre a arrancar de la muerte un harapo al menos de la sombra que ha pasado.
Mis ojos son dos cruces negras, que no han hablado nunca claro, mi corazón lleno de pena, y yo una muñeca de trapo
Ayer hecha un pingajo me dijo en el tigre de un bar:
Es lo que sé de la crueldad de la paciencia. No hay paciencia más terrible que la paciencia de las trastornadas. He visto a dementes afanarse en tareas interminables: trasvasar arena de una taza perforada a otra, contar las puntadas de un vestido raído o las motas en un rayo de sol, rellenar con las sumas resultantes libros invisibles de contabilidad.
La fiesta se ha apagado, las luces del teatro ya no existen, estoy en la nada del circo no queda sino un traje raído cansado descolorido.
¿Que podía haber terminado de pie con Alí? Puede ser, pero ése era mi verdadero sueño y, por lógica, los sueños también a veces terminan mal. Fue mi pelea, aunque haya sido derrotado
Nosotros nos diferenciamos inconciliablemente de todas las sectas socialistas, pues rechazamos todo internacionalismo, sea cual fuere, toda intervención del Estado en asuntos económicos. Decir que exista también en Italia un peligro bolchevique significa tomar por realidad algunos absurdos temores. El bolchevismo está derrotado
La guerra no arregla nada... ganar una guerra es tan desastroso como perderla.
Las reglas construyen fortificaciones tras las cuales las mentes pequeñas crean satrapías. Algo peligroso en los mejores tiempos, es desastroso durante las crisis.