Tengo claro que debo entrenar duro y cuidarme mucho para seguir con mi progresión puesto que hay cosas en las que puedo mejorar
Siempre me he ceñido a dos principios. El primero es entrenar duro y conseguir la mejor condición física posible. El segundo es olvidarse de la otra persona hasta que lo enfrentas en el ring y suena la campana.
El Estado más violento será, pues aquel en que se niega a cada uno la libertad de decir y enseñar lo que piensa, y será, en cambio, moderado aquel en que se concede a todos esa misma libertad.
El secreto de la educación es enseñar a la gente de tal manera que no se den cuenta de que están aprendiendo hasta que es demasiado tarde.
Educar es adiestrar al hombre para hacer un buen uso de su vida, para vivir bien; lo cual quiere decir que es adiestrarse para su propia felicidad.
Nos comprometemos a instruir gratuitamente a todos los niños pobres que nos presente el señor párroco.
A la desgracia hay que enfrentarse con amor: él nos consolará y nos devolverá la alegría. El amor es el mejor remedio. En los pliegues del infortunio se esconde la felicidad, como el diamante en la grieta de la mina. Dejémonos instruir por la sabiduría del amor.
Tengo dos hijas de 9 y 6 años de edad. Lo primero que les voy a enseñar son los valores y la moral. Pero si cometen un error, no quiero que sean castigadas con un bebé, ni quiero que sean castigadas con una enfermedad de transmisión sexual a los 16 años.
No hay como el orden para enseñar a ganar tiempo.
Quienes tratan de lograr el descanso de la contemplación tienen que entrenarse antes en el estadio de la vida activa; de este modo, liberados de los residuos del pecado, serán capaces de presentar ese corazón puro que permite ver a Dios.
Por muchos años, aquí en Japón, el Karate permaneció enclaustrado detrás de las gruesas paredes de los templos, en particular aquellos de Budismo Zen; aparentemente no fue practicado por otra gente hasta que los samurái comenzaron a entrenarse en los templos y comenzaron a aprender el arte.
Hace años me presentaron la satisfacción del cliente como un criterio de calidad y me pareció ridículo. Es algo que se puede conseguir de muchas maneras. Por ejemplo, al no educar a los clientes, diciéndoles que no puede hacerse algo mejor.
¿Cómo puedo educar sin estar envuelto en la comprensión crítica de mi propia búsqueda y sin respetar la búsqueda de los alumnos?
Debemos dedicarnos a lo que escribieron los griegos hace tantos años: a domesticar el salvajismo del hombre y hacer amable la vida de este mundo.
Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar