No me prives del arte de aprender a quererte, no me quites la magia de habitar en tu piel, pues mis labios de niña, sin tus labios de hombre, no serían capaces de besar otra vez.
La soledad es una amputación no visible, tan eficaz como si te arrancaran la vista y el oído, y sólo con el tacto y la memoria tienes que reconstruir el mundo, el mundo que has de habitar y te habita.