El día afortunado es como un día de cosecha; en cuanto el trigo está en sazón, hay que apresurarse a recogerlo.
Así, soltamos el timón al que tan largo tiempo nos habíamos aferrado y la barca frágil en la que flotábamos pareció, una vez libre de todo gobierno, apresurarse y encarar la proa hacia el oscuro abismo de las olas.
Quién es culpable, quién responderá por ello... Hay que reflexionar, no hay que darse prisa en contestar
Me sentía desnudo en un extraño mundo. Experimenté lo que quizá experimenta un pájaro en el aire claro, cuando sabe que el gavilán vuela y quiere precipitarse sobre él. Mi pavor se tornaba frenético.
Las corrientes son el bosquejo de las cascadas donde toman estas su ímpetu, para detenerse luego y precipitarse después.
Quién es culpable, quién responderá por ello... Hay que reflexionar, no hay que darse prisa en contestar