El verdadero poeta tiene palabras que muestran sus pensamientos, pensamientos que dejan ver su alma, y un alma en la que todo se pinta de manera distinta. Su espíritu está colmado de imágenes muy claras, mientras que el nuestro sólo está lleno de señales confusas.
Al que se ve colmado de conveniencias, las ajenas desgracias poco le inquietan; porque es muy cierto que el harto no se acuerda del que está hambriento.