Ahora estás aquí. Me perteneces en la medida en que tu muerte es la desnudez de mi cuerpo tendido al lado de tu cuerpo. La desnudez no es sino un signo de tu disolución.
No hay luna cuando aparece el Hombre de Barro. La noche se ha puesto un par de finos guantes de piel; ha tendido sobre la tierra una sábana oscura: un ardid, un disfraz, un hechizo para que bajo su manto todo caiga en un dulce sueño.
Su cuerpo había sido macerado hasta tal punto de que ahora sólo le quedaban los nervios. Su cuerpo estaba extendido como un velo sobre una roca
De Itabira traje prendas diversas que ahora te ofrezco: este San Benito del viejo santero Alfredo Duval; esta piedra de hierro, futuro acero del Brasil; este cuero de anta, extendido en el sofá de la sala de visitas; este orgullo, esta cabeza baja...
¿Cómo ha ido todo? ¿Me has echado de menos? Sabes, anoche apareciste en mis sueños, llevabas menos ropa.
Ya se ha echado encima el calor y con él comienza de nuevo a florecer la cultura del desolladero, la sangre, los cuernos, los puyazos, las cuchilladas, los vómitos, los aplausos. En el palacio de falso mudéjar de Las Ventas empiezan las corridas de San Isidro.
Para contarte, que quisiera ser un perro y oliscarte, vivir como animal que no se altera, tumbado al sol lamiéndose la breva, sin la necesidad de preguntarse si vengativos dioses nos condenarán, si por Tutatis el cielo sobre nuestras cabezas caerá...
Se ha dormido otra vez, pero lo despierto con un beso, lo que parece sorprenderlo. Después sonríe, como si se alegrara de estar allí tumbado y poder mirarme por los siglos de los siglos.
El mejor destino que hay es el de supervisor de nubes, acostado en una hamaca mirando al cielo.
Quería saber... y esa noche hice un esfuerzo extraordinario en contra del sueño. Desde mi habitación, acostado en mi camita, podía observar con claridad todo lo que ocurría en la estancia junto a la chimenea. Dejé mis zapatos en un lugar visible y en el momento menos esperado descubrí que era ella, Luna, mi Mamá, la responsable de que para mí existiera ese hombre tan bondadoso.
El hecho de que mis 15 minutos de fama se hayan extendido un poco más de 15 minutos es algo sorprendente para mi y completamente dificil de comprender para mi esposa
Su cuerpo había sido macerado hasta tal punto de que ahora sólo le quedaban los nervios. Su cuerpo estaba extendido como un velo sobre una roca