Bien podría ser que Lisboa, contrario de lo que parecía, no fuera ciudad, sino mujer, y la perdición solo amorosa, si el restrictivo adverbio tiene cabida aquí, si no es ésa la única y feliz perdición.
Internet ha sido la perdición de nuestras vidas. Es una fuente de información descontrolada y sin editar, con la que se alimenta a los medios.