Si se cree que el gobierno es necesario y que sin gobierno tiene que haber desorden y confusión, es natural y lógico suponer que la anarquía, que significa la ausencia de gobierno, tiene también que significar la ausencia del orden.
Se nos inculca que la inevitable conflictividad del futuro obedecerá preferentemente a choques de civilizaciones porque sería una digresión metafísica suponer que el mundo de mercado unificado pueda combatir por cuestiones materiales de clase