Si el traductor no copia ni restituye un original es porque éste sobrevive y se transforma. La traducción será en realidad un momento de su propio crecimiento, él se completará en ella creciendo. (...) Y si el original reclama un complemento es que originariamente no estaba allí sin carencias, lleno, completo, total, idéntico a sí mismo.
Y el público creerá en los sueños del teatro, si los acepta realmente como sueños y no como copia servil de la realidad, si le permiten liberar en él mismo la libertad mágica del sueño, que sólo puede reconocer impregnada de crueldad y terror.