En el estado socialista ideal, el poder no atraerá a maniáticos sedientos de poder. La gente que toma las decisiones no mostrará el más leve sesgo debido a sus propios intereses. No habrá forma de que un hombre inteligente manipule a las instituciones para servir a sus propios intereses. Y los ríos fluirán montaña arriba.
La inversión debe ser más como esperar que la pintura se seque o que la hierba crezca. Si quieres emoción, toma 800 dólares y ve a Las Vegas.