A menos que se pueda probar que aquellos valores en apariencia diferentes son en realidad proporcionales, tendría que haber tres modelos de crítica distintos: el primero basado en la construcción, el segundo en la utilidad y el tercero en la estética. Cada uno podría ser razonable, completo y, dentro de su propia esfera, válido.
El cine nunca es arte. Es un trabajo de artesanía, de primer orden a veces, de segundo o tercero lo más.