Y aún así mi corazón se alza, sé qué he alegrado una vida anudando, deshaciendo una red de cuerda embreada, la red colgará de la pared cuando los pescados hayan sido comidos, clavada como bronce indescifrable, el futuro sin futuro.
El pensador religioso honrado es como uno que baila en la cuerda floja. Al parecer, camina en el mero aire. Su suelo es el más estrecho que pueda pensarse. Y sin embargo se puede caminar realmente en él.