De momento soy uno al que llamaron inútil y se calló porque sabía que era así. Pero no lo seré siempre...
Y aquí el Presidente del Gobierno de Euzkadi –sigue el discurso- católico, pregunta con el corazón dolido: ¿Por qué el silencio de la jerarquía? Yo le aseguro, señor Aguirre, con la mano puesta sobre mi pecho de sacerdote, que la jerarquía no calló en este caso, aunque no se oyera su voz en la tribuna clamorosa de la prensa o de la arenga política. Hubiese sido menos eficaz.
Siendo una práctica estrictamente humana, jamás pude entender la educación como una experiencia fría, sin alma, en la cual los sentimientos y las emociones, los deseos, los sueños, debieran ser reprimidos por una especie de dictadura racionalista.
No es necesario estar familiarizado con Sócrates para saber que una vida que no se somete a examen no vale demasiado. Una sociedad justa es aquella en la que la justicia se practica de forma habitual.
Comúnmente se dice que es instintivo un acto para el que nosotros necesitamos experiencia que nos capacite para realizarlos, cuando lo ejecuta un animal, especialmente si es un animal muy joven, sin experiencia, y cuando es realizado del mismo modo por muchos individuos, sin que conozcan para qué fin se ejecuta.
La experiencia sólo es una aproximación. Jamás es una certidumbre
Lo que distingue la pintura al óleo de cualquier otra forma de pintura es su especial pericia para presentar la tangibilidad, la textura, el lustre y la solidez de lo descrito. Define lo real como aquello que uno podría tener entre las manos.
Cuanto más pienso en la práctica educativa y reconozco la responsabilidad que ella nos exige, más me convenzo de nuestro deber de luchar para que ella sea realmente respetada. Si no somos tratados con dignidad y decencia por la administración privada o pública de la educación, es difícil que se concrete el respeto que como maestros debemos a los educandos.
La apatía puede ser superada por el entusiasmo, y el entusiasmo sólo puede ser despertado por dos cosas: en primer lugar, un ideal, que la imaginación tome por asalto, y en segundo lugar, un plan inteligible para llevar a la práctica ese ideal.
Estoy intentando aprender a patinar con tabla ahora. Intenté patinar descalzo, mala idea: me corté todos los dedos de los pies.
En esto nos salvamos todos y nos vamos todos. Dije que teníamos un equipo para estar entre los ocho o los diez primeros y era lo que uno veía. Y sigo diciendo lo mismo. Teníamos que estar de mitad de la tabla para arriba. En la segunda fase se ha hecho excelente y estaríamos ahí, en esa zona de la tabla
Vosotros miráis hacia arriba cuando buscáis elevación, yo miro hacia abajo, porque estoy elevado. Decidme, ¿quién de vosotros puede reír y a la vez estar elevado? El que asciende a las más altas montañas se ríe de todas las tragedias: de las del teatro y de las de la vida.
Al teatro español le huelen los pies.
Tengo fama de muy serio, o incluso de arrogante o de altivo, y de todas estas cosas que estoy harto de oír. Creo sin embargo que en mis novelas hay mucho humor, pequeñas bromas y hay alguna escena que aspira a ser cómica o en todo caso es un poco disparatada. El humor es una de las pocas cosas que nos salva.
Y luego entra en escena un hombre de verdad, fuerte hasta el extremo de la debilidad, que cae víctima de sus encantos de sirena y olvida los lazos del hogar, los resultados normales, gozar la sonrisa de la amada.