Afortunadamente había comprado uno de esos abrigos de pelo de camello llamados machlah que cubren a un hombre desde la espalda hasta los pies; con mi barba ya larga y un pañuelo enrollado alrededor de la cabeza, el disfraz estaba completo.
Los viejos y los cometas han sido venerados por las mismas razones: por su larga barba y por la pretensión de procedir los acontecimientos.