Un país habrá llegado al máximo de su civismo cuando en él se puedan celebrar los partidos de fútbol sin árbitros.
Cuando asumimos la ilegalidad como la primera opción ante las responsabilidades cotidianas - individuales o colectivas - socavamos las bases de la democracia. Ser cada uno ejemplo de civismo es socialmente más eficiente en el largo plazo; la sociedad no termina con nosotros... continúa.