En el imperio de la verdad no cabe ninguna autoridad humana. El que allí intente hacer valer su autoridad, se estrellará contra las carcajadas de los dioses
Un príncipe que haga valer su autoridad se siente obligado con frecuencia a no ser bueno. Pues cuando la clase, sea el pueblo, los soldados, los nobles o quien juzguéis necesario para vuestro apoyo, es corrupto, debéis adaptaros a su humor y satisfacerlo, en cuyo caso la conducta virtuosa solo conseguirá perjudicaros.