Yo no sabría echarte de menos (soy un ladrón que robó dolor) y si te pierdo camino a casa ya te dije esto antes... Linda mía, te voy a encontrar, te voy a buscar y te voy a encontrar...
Si un hombre se deja tentar por un asesinato, poco después piensa que el robo no tiene importancia, y del robo pasa a la bebida y a no respetar los sábados, y de esto pasa a la negligencia de los modales y al abandono de sus deberes.
Hoy no hay guita ni de asalto y el puchero está tan alto que hay que usar el trampolín.
Echábamos hasta cien y más partidas en una tarde, y ello me ayudó a aprender al dedillo los rudimentos de la técnica del juego. La estrategia que empleábamos era aún muy primitiva: ambos contendientes nos arrojábamos inmediatamente con los peones adelante, al asalto de las posiciones enemigas, previo enroque de los reyes en diferentes lados.