He dicho alguna vez, con escándalo acaso de ciertos pedantes, que la verdadera universidad popular española han sido el café y la plaza pública.
Mientras haya una máquina de escribir, un papel, un micrófono, una plaza pública, un balcón o espacio para hablar aunque sea en la celda de una cárcel, seguiremos denunciando a los inmorales, especialmente cuando trafican con la necesidad social de los más pobres. Esa es la razón principal de nuestra existencia, como hombres, como periodistas y como ciudadanos.
En ti el aire se hace noble, costa de arena fina la piel, la carne el mar extenso y el amor más dulce, la más armónica marea.
Sofía.- Mucho trabajo tienes, Mercurio, si quieres contarme todos estos pormenores de la disposición que fectúa el padre Júpiter; al querer hacerme escuchar todos estos decretos particulares uno por uno me recuerdas a alguien que quisiera llevar la cuenta de los granos de arena de la tierra.