No no sólo tengo taco gastado en el escenario, sino que también en calle, vereda y cordón
Digamos que sales con alguien que realmente no hace más nada que herirte. Y has gastado tiempo, has gastado esfuerzo, y has puesto todo de tí en tratar que funcione. Y no lo logras. Así que escribes una canción sobre ello. Todo valió la pena si escribes una canción sobre ello
Es lo que sé de la crueldad de la paciencia. No hay paciencia más terrible que la paciencia de las trastornadas. He visto a dementes afanarse en tareas interminables: trasvasar arena de una taza perforada a otra, contar las puntadas de un vestido raído o las motas en un rayo de sol, rellenar con las sumas resultantes libros invisibles de contabilidad.
La fiesta se ha apagado, las luces del teatro ya no existen, estoy en la nada del circo no queda sino un traje raído cansado descolorido.
El pensamiento lateral tiene mucho en común con la creatividad: pero mientras esta última constituye con excesiva frecuencia sólo una descripción de resultados, el pensamiento lateral incluye la descripción de un proceso. Ante un resultado creativo sólo puede sentirse admiración: pero un proceso creativo puede ser aprendido y usado conscientemente.
El razonamiento experimental siempre, y necesariamente, se ocupa de dos hechos a la vez: la observación, usada como punto de partida; el experimento, usado como conclusión o control.
Aunque parezca un contrasentido, el ocio es hoy un tiempo ligado íntimamente a la producción. Es el momento del gasto. Se trabaja con intensidad para acumular dinero que luego será gastado durante las vacaciones, la segunda residencia de recreo, las diversiones, el entretenimiento, etcétera
Los hombres se parecen a esos relojes de cuerda que andan sin saber por qué. Cada vez que se engendra un hombre y se le hace venir al mundo, se da cuerda de nuevo al reloj de la vida humana, para que repita una vez más su rancio sonsonete gastado de eterna caja de música, frase por frase, tiempo por tiempo, con variaciones apenas imperceptibles.
Es lo que sé de la crueldad de la paciencia. No hay paciencia más terrible que la paciencia de las trastornadas. He visto a dementes afanarse en tareas interminables: trasvasar arena de una taza perforada a otra, contar las puntadas de un vestido raído o las motas en un rayo de sol, rellenar con las sumas resultantes libros invisibles de contabilidad.
La fiesta se ha apagado, las luces del teatro ya no existen, estoy en la nada del circo no queda sino un traje raído cansado descolorido.
Para escribir este libro he usado el lenguaje mesurado y sobrio del testigo, no el lamentoso lenguaje de la víctima ni el iracundo lenguaje del vengador: pensé que mi palabra resultaría tanto más creíble cuanto más objetiva y menos apasionada fuese; sólo así el testigo en un juicio cumple su función, que es la de preparar el terrero para el juez. Los jueces sois vosotros.
Durante tres años y medio esquivé la guerra tanto como pude. (...) Usé todos los medios posibles para que no me pegaran un tiro y no pegarlo, no usé los peores de los medios. Pero yo habría usado todos los medios, todos sin excepción, si me hubieran forzado a hacer algo así