Como él se acostumbró a sus encantos, dejaron de excitar los mismos deseos que inspiraban al principio. agotado el delirio de la pasión, Ambrosio tuvo tiempo para observar todos los defectos menudos y, donde nos los había, la saciedad lo hizo imaginarlos. El monje estaba saciado por la plenitud del goce. Apenas había transcurrido una semana cuando se cansó de su amiga.
Yo te quise, te quise tanto. Hasta que hube agotado mi amor por ti de Va a empezar a llover, El tiempo de las cerezas.
Y el corazón lloraba del hogar al recuerdo seductor... Mas al fin a tus pies caí rendido con divina ilusión; y el viviente holocausto consumé en aquel día por tu amor, y llorando Te dije: Voy ahora, ya todo tuyo soy...
Un místico es un hombre que ha rendido su mente en su primer encuentro con las mentes de otros. En algún momento de su lejana infancia, cuando su propia comprensión de la realidad chocó con las afirmaciones de otros, con sus órdenes arbitrarias y demandas contradictorias, cedió ante un miedo tan profundo a la independencia que le hizo renunciar a su facultad racional.
Con menos que perder en este atardecer camino, quizá cansado pero más feliz que nunca con la calma y la paciencia del que sabe lo que busca
Pero quiero que lo sepa. Hay muchos rusos como nosotros que alguna vez fueron alguien y que ahora no son nadie, y con esto no quiero aburrirlo repitiéndole un cuento del que ya se ha cansado todo el mundo. Pero recuerde que ese cuento de hadas es real para los que somos sus protagonistas.