Ya no soy capaz de detener esta historia, como no puedo detener el transcurso del tiempo. No soy lo suficientemente romántica como para imaginar que la historia misma es quien desea ser contada, pero sí lo suficientemente honesta como para saber que quiero contarla yo.
¿Cómo detener en las clases populares la violencia contra los niños que con tanta frecuencia culmina en el asesinato, sin erradicar la miseria extrema y sin intensificar el proceso educativo? ¿Cómo evitar que el machismo proveniente de la pobreza y de la costumbre se sacie y se reproduzca en la esfera doméstica?