El deseo es una manifestación de toda la vida humana, y aunque en esta manifestación nuestra vida revela a menudo toda su miseria, sigue siendo vida y no la mera extracción de una raiz cuadrada.
Hoy el suelo pertenece a minorías que impiden al pueblo cultivarlo. Las minas trabajadas por tantas generaciones también pertenecen a unos pocos que limitan la extracción del carbón o lo prohíben. La maquinaria es propiedad de algunos, y si los nietos de su inventor reclamaran los derechos, serían fusilados