El inglés ama el sentimiento de poder reír de sí mismo. El lo hace sólo para alegrar a los demás, de reír sobre él.
En la tierra nada se presta tanto para alegrar al melancólico, para entristecer al alegre, para infundir coraje a los que desesperan, para enorgullecer al humilde y debilitar la envidia y el odio, como la Música