Nada resulta excesivo para recomendar al auditorio musical esta obra, esencialmente artística, que ha sido acertadamente considerada una de las más bellas del siglo que ha visto nacer a este desgraciado gentilhombre.
En Inglaterra, un hombre que no puede hablar de moral dos veces por semana a un gran auditorio popular e inmoral no tiene nada que hacer como político serio.