Tras ciento cincuenta años de halago a las masas sociales, sabe a blasfemia afirmar que si imaginamos ausente del mundo un puñado de personalidades escogidas, apestaría el planeta de necedad y egoísmo.
Sólo tengo dieciséis años y no sé muy bien de qué va el mundo, pero una cosa si puedo afirmar con rotundidad: si yo soy pesimista, los adultos de este mundo que no son pesimistas son un atajo de idiotas