Despierta. De este sueño Veré el violeta de los iris.
A medida que pasaban los subvertigueros les rompían en la cabeza globitos de cristal muy delgado llenos de agua lustral y les hincaban en los cabellos bastoncillos de incienso encendidos que ardían con llama amarilla en los hombres y violeta en las mujeres.
Muchos de ellos, por complacer a tiranos, por un puñado de monedas o por cohecho o soborno, están traicionando y derramando sangre de sus hermanos
Nunca me dejé tentar por los elogios. Los elogios en el fútbol son de una hipocresía absoluta. El fútbol está concebido así, tiene que haber o una gran alegría o una gran tristeza. Derrota o victoria, sangre o aplauso son valores muy caros al ser humano. Entonces, en el fracaso sufro mucho la injusticia del trato, no logré nunca dominar eso. Siempre sufro mucho cuando perdemos y cuando soy maltratado, pero sí logré no creerme la duración del éxito. Como no se revisa por qué ganaste, da lo mismo, te adulan por haber ganado no porque mereciste ganar, por el recurso por el que ganaste, entonces tuve claro siempre que esa franela, porque ése es el término, es impostora.
Al oscurecerse el monte, arrebata el granate a las hojas del arce.
Manos enjoyadas del rubí de mi deseo, la perla de mi tristeza y el diamante de mi beso: llevad a la fosa misma un pétalo de mi cuerpo, manos que sois la vida, manos que sois ensueño.
Te vi, juntabas margaritas del mantel, ya sé que te traté bastante mal, no sé si eras un ángel o un rubí o simplemente te vi.