Un buen educador que no impone sino libera, que no tira de nadie sino levanta, que no apisona mas forma, que no dicta sino enseña, que no exige sino pregunta, vivirá con los niños muchos instantes inspiradores.
Un prominente educador me dice que los cuentos de hadas son de valor incalculable en el desarrollo de la imaginación en los jóvenes. Yo lo creo.
...entre más se insiste en que las competencias deben ser el eje de los nuevos esquemas de trabajo docente y educativo, más resultan evidentes las incompetencias de quienes las promueven.
Creo que la novedad fue que no tenían ningún carácter docente ni moralista ni eran aplicadas al programa escolar. Era un concepto revolucionario el pensar que la versificación no tenía porque tener un contenido didáctico.
Cada soldado y cada policía será un pedagogo para persuadir al ciudadano a fin de que coopere con la Fuerza Pública
El director me dijo que tenía que convertirme en un modelo para los estudiantes y que debía, por tanto, comportarme en consonancia. También me dijo que un verdadero pedagogo es aquel que no solo imparte conocimientos sino que ejerce una influencia moral positiva en sus alumnos.
El tiempo es la mejor manera de comprobar quién es el instructor más sabio y paciente
Nos cuenta Sexto Empírico que Epicuro, siendo niño, mientras leía con su preceptor estos versos de Hesíodo: El más antiguo de los seres, el caos, surgió primero; luego, la inmensa tierra, asiento de todo.
Un catedrático debería ofrecer a su auditorio la indiscutible impresión de que ha puesto en juego todas sus energías para procurarle enseñanzas y gozo.
Si tienes un título universitario puedes estar seguro de una cosa... que tienes un título universitario.
El Campanil, cortándose sobre los oscuros pinares y en el luminoso raso del firmamento, es bello. Será siempre bello. Va a ser el símbolo universitario por excelencia, signo de rectitud y elevación, columna que difundirá en las almas goce, placidez y serenidad, flecha que apunta a la altura, como la filosofía, donde más allá de las nubes que amedrentan, triunfa la claridad celeste