El literato de puerta cerrada no sabe nada de la vida. La política, el amor, el problema económico, el desastre cordial de la esperanza, la refriega directa del hombre con los hombres, el drama menudo e inmediato de las fuerzas y las direcciones contrarias de la realidad, nada de esto sacude personalmente al escritor de puertas cerradas.
Yo personalmente detesto la oscuridad y la morbidez de la mente. Me gusta la inmensidad del pensamiento.
Mis canciones son cartas abiertas, y cada una de ellas está escrita teniendo en mente a una persona específica, y explico en ellas lo que debí haberles contado en persona
Conocí en persona a mucha gente brillante sobre la cual, en otra situación, sólo podría haber leído; la mayoría era modesta y divertida.