Hay una infinitud de ideales disímiles como las hojas. El ideal es lo íntimo del ser, lo que lo distingue de los otros seres. Ese átomo diferencial, único para cada individuo, es en el plano sentimental y estético la personalidad de arte y la inmortalidad individual, pues no existen, ni han existido dos seres de sentimentalidad idéntica desde el principio del mundo.
La vida podría ser bastante agradable si no llamasen a la puerta esos acreedores reclamando el cumplimiento de los ideales a pobres hombres como nosotros.