Las comidas sabrosas no lo son por sí mismas. Los alimentos no son deliciosos a menos que uno lo crea así. Aunque la mayoría de la gente cree que las carnes de vaca y pollo son deliciosas, a una persona que por razones físicas o espirituales ha decidido que no le gustan, le parecerán repugnantes.
El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollo, tienen desviaciones en su ser como hombres.
Y el aire no es sustancia que limita los ríos, que demora a los ríos cuando hay sed y es ser agua en el tiempo que barre la mitad de las sombras perdida allá a lo lejos como pichón de ave que en la luz tiene frío, porque el frío revela y en la luz no descansa.
Ésta es de pavo -murmuraba para sí- y ésta de pato silvestre y ésta de pichón. ¡Claro: cómo voy a morirme si me ponen plumas de pichón en las almohadas! Pero cuando me acueste, las tiraré.
Avanzando constantemente, adelantándose a todo, logrando nuevas conquistas en las ciencias naturales y expandiendo vertiginosamente su cultura materialista, el hombre ha crecido divorciado de la naturaleza y ha terminado edificando una civilización a su medida, como chiquillo caprichoso revelándose contra su madre.
Esa marometa que da el chiquillo en el aire expresa en un solo acto toda la alegría y la magnificencia de vivir.
De crio me enseñan mentiras para que me haga la picha un lio.
Siempre fui un crio difícil. Cuando era más pequeño me gustaba desaparecer durante horas en cualquiera de los bosques que rodean Seattle. Sabía que mis padres se iban a cabrear conmigo, pero no me importaba
Cada hombre da vueltas alrededor de su pequeño círculo, como el gato que juega con su cola.
Las presiones de ser padre son iguales a cualquier presión sobre la tierra. Ser un padre consciente, y tener que ver con la salud mental y física de un pequeño es una responsabilidad que la mayoría de nosotros, incluyéndome a mí, evita porque es demasiado duro.
Privar a un niño de su derecho a la educación es amputarlo de esa primera comunidad donde los pueblos van madurando sus utopías
Tenemos un niño pequeño que tiene un año de edad. Antes de Tomika tenía otras mujeres. Tengo siete hijos con seis mujeres diferentes. Tal vez el éxito era demasiado bueno para mí. Amo a todos mis hijos y siempre se hizo cargo de ellos.
Y aunque Pinocho era un muchacho de natural muy alegre, se puso también triste; porque cuando la miseria es grande y verdadera, hasta los mismos niños la comprenden y la sienten.
Yo fui expulsado del colegio por copiar en el examen de metafísica; miré en el alma del muchacho que se sentaba al lado de mí.