Estas palabras son mías, de la afluencia de mi corazón: Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero.
Mi revolución se dirige a la llamada armonía tipográfica de la página que se oponen al flujo y reflujo, a los saltos y estallidos del estilo que la unifica.
Escribo: eso es todo. Escribo conforme voy viviendo. Escribo como parte de mi economía natural. Después, las cuartillas se clasifican en libros, imponiéndoles un orden objetivo, impersonal, artístico, o sea artificial. Pero el trabajo mana de mí en un flujo no diferenciado y continuo.