Me parece fundamentalmente, deshonesto y dañino para la integridad intelectual creer en algo sólo porque te beneficia y no porque pienses que es verdad
Muchas veces tengo una erección cuando estoy trabajando en algo, cuando escribo o toco la guitarra y me masturbo o a veces trato de abstenerme porque veo al orgasmo como algo dañino para mi fuerza creativamente, así que a veces veo esa erección como mi enemigo.
El pecado no es perjudicial porque está prohibido, sino que está prohibido porque es perjudicial
Se deben poner escuelas gratuitas para la niñas, de se les enseñará la doctrina cristiana, a leer, a escribir, coser, bordar, y principalmente inspirarles amor al trabajo, para separarlas de la ociosidad, tan perjudicial o más en las mujeres que en los hombres.
El factor clave es la creatividad. Pienso que hay tres creatividades: la creatividad en la tecnología, en la planificación de productos y en el marketing. Cualquiera de estos sin los otros dos es contraproducente en los negocios
Educar no es solo impartir conocimientos. Educar es también forjar caracteres nobles, rectos y con fuertes principios, en los que no cabe la vulgaridad, la superficialidad y la arrogancia. Modificar lo que debemos hacer, por temor a que sea contraproducente o a una respuesta exagerada, significa renunciar a nuestro cometido.
El venenoso griterío de una mujer celosa resulta más mortífero que los colmillos de un perro rabioso.
Si hay palabras y agravios como cuchillos, cuyas profundas heridas nunca cicatrizan ultrajes cortantes e insultos de dentado y venenoso filo, hay también palabras de consuelo demasiado dulces para el oído receloso, y cuyo eco perdura en nuestra memoria: detalles que son como caricias...
Nunca he pensado en las consecuencias de fallar un gran tiro... cuando se piensa en las consecuencias, se esta pensando en un resultado negativo
En su modelo de sociedad no quepo yo, en el mío sí cabe usted. Pensé que entre ambos habría un punto de encuentro, porque usted, y todas las mujeres que están hoy aquí, saben que, hasta antes de ayer, estaban también en la lista de los incapaces. Pensé que tendría una mínima chispa de solidaridad por eso. De todas formas, su voto negativo es sólo temporal, los avances sociales son imparables
¿Pero hay esperanza? ¿Hay esperanza en el recuerdo? Tiene que haberla. Sin esperanza, el recuerdo sería morboso y estéril. Sin recuerdo, la esperanza estaría vacía de significado, y por sobre todo, vacía de gratitud.
Llamar morboso a un artista porque trata asuntos morboso, sería tan absurdo como llamar loco a Shakespeare porque escribió El Rey Lear.
Así era Venecia, la bella insinuante y sospechosa; ciudad encantada de un lado, y trampa para los extranjeros de otro, en cuyo aire pestilente brilló un día, como pompa y molicie, el arte, y que a los músicos prestaba sones que adormecían y enervaban.
La medianoche se afeita el hombro izquierdo sobre el hombro derecho crece el pasto pestilente y rico en aglomeraciones de minúsculos carneros vaticinadores y de vitaminas pintadas de árboles de fresca sombrilla con caireles y rulos.
Fue el descubrimiento más importante de toda su vida. Sabía leer. Era poseedor del antídoto contra el ponzoñoso veneno de la vejez.
¿Para qué hemos de vivir, siempre tristes, mendigos y esclavos? ¿Para qué vivimos, Bayaceto, y para qué construimos antes nidos tan altos, si hemos de vivir largamente en esta opresión donde todos nos ven y escarnecen los antiguos triunfos de nuestro poder, ahora reducidos a esta obscura e infernal servidumbre?
Grita la gente por la condición melancólica y desconsolada de mi filosofía. Pero eso se debe meramente a que yo, en vez de fabular un infierno futuro, como equivalente de los pecados de la gente, he mostrado que ya hay algo de infernal allí donde está el pecado: en el mundo.
El hombre tiene el poder de cambiar una condición desfavorable agitando la varita mágica de sus palabras.
Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos.
En México, todavía, el valor de caudillos, mártires, artistas notables y valores del hogar sólido se determina por el número de estatuas que consiguen, y por la mezcla de terquedad y docilidad con que monumentos y bustos aceptan el avance omnívoro de lo urbano. Y que se cuiden los iconoclastas. Ya lo advirtió Jean Cocteau: El riesgo de un destructor de estatuas es convertirse en una.
Nunca adivino. Se trata de un hábito destructivo que choca con la lógica del profesional.
Nada hay más destructivo del respeto por el gobierno y la ley del país que aprobar leyes que no pueden hacerse cumplir
Somos un pueblo que no quiere conservar mucho del pasado en la cabeza. Se considera malsano en Norteamérica recordar errores, neurótico pensar en ellos, psicótico analizarlos seriamente.
El instinto es un consejero leal; en tanto que la pedantería es un aire mefítico que ahoga los buenos sentimientos