Me recuerdo claramente. Antes de experimentar compasión por los hombres, experimenté en mí mismo la vergüenza. Tenía vergüenza de ver el sufrimiento de los hombres y de esforzarme por transformar todo ese horror en un espectáculo efímero y vano.
Me gustaría deshacerme de las ilusiones. A mí lo que me fascina es tratar de acercarme a lo real, pero no sabemos nada. Y hoy vivo entre el aburrimiento y la vergüenza de pertenecer a un género animal como el ser humano. Por eso me gustaría ser un elefante, pero salvaje, no dejarme de nadie; aunque la tortura continúa, dentro de la poca libertad que logré.