Estamos al final de nuestra labor; toda la instrucción necesaria te ha sido dada y ahora debes detenerte, volver la vista y reconsiderar tus pasos.
La instrucción en los grandes Estados será, cuando más, mediocre, por la misma razón que en las grandes cocinas se hace todo medianamente.
La multitud te da certidumbre, seguridad, a costa de tu espíritu. Te esclaviza. Te da unas directrices de cómo vivir: qué hacer, qué no hacer.