Lo único que los mueve es la envidia. No hay que tenerles miedo: la envidia de los sapos nunca pudo tapar el canto de los ruiseñores
Sobre los pueblos más ricos, caen con fuerza las cortes, los dueños de la tierra matan al que la siembra. Pero nunca pudieron tapar la mirada, ni jugar con la voz del poeta.
... cabía la posibilidad de que los profesores hubiesen sido preparados y nombrados precisamente para obstruir en lo posible la aparición de hombres famosos, libres, y la ejecución de grandes, magníficas hazañas.