Pero yo había nacido para ser mi propio destructor, y no pude resistirme a esa oferta más de lo que pude renunciar, en su día, a mis primeros y fatídicos proyectos, cuando hice caso omiso a los consejos de mi padre.
Hemos caminado a ciegas, haciendo caso omiso de las lecciones del pasado, con las trágicas consecuencias de las dos guerras mundiales.