Nosotros jamás conocimos juguetes comprados, juguetes de plástico. Pero conocimos la naturaleza. Nuestra vida fue diferente a la de niños de otras sociedades. Jugamos con la naturaleza. Nuestros abuelos tenían un respeto profundo a la tierra, a los árboles, a los animales.
Difícilmente habrá existido otra persona como el señor de Horikawa, ni existirá en el futuro. De él se decía que antes de su nacimiento, en los sueños de su señora madre había aparecido el Matatejas, lo que prueba que desde el comienzo de su vida le estuvo concedido ser muy diferente al común de las personas. Cada uno de sus actos conquistaba de inmediato la admiración de todos.