No existe idioma que no pueda ser mal interpretado. Cada interpretación es hipotética, ya que es un simple intento de leer un texto desconocido.
Entre las marcas y las palabras no existe la diferencia de la observación y la autoridad aceptada, o de lo verificable y la tradición. Por doquier existe un mismo juego, el del signo y lo similar y por ello la naturaleza y el verbo pueden entrecruzarse infinitamente, formando, para quien sabe leer, un gran texto único.