El crítico debería ser, en general, el intermediario entre el autor y el público, explicando al segundo las intenciones del primero, dando a conocer al primero las reacciones del segundo, ayudando a uno y a otro a ver más claro.
El dinero acuñado (...) no tiene más utilidad que la de facilitar el intercambio de productos, sirviendo de instrumento intermediario entre las ventas y las compras, puesto que los fines definitivos de los cambios no son el dinero. (...) No es en el dinero en lo que hay que pensar, sino en los cambios de las cosas que se tienen que vender y comprar.
Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el arbitro de las leyes ni del gobierno. Es defensor de su libertad
Serás, ¡Oh colector!, el árbitro invisible, el que manipula esa montaña de granos de arena, ese mar de gotas, esa totalidad de nadas: la opinión pública, y si así lo quieres, te enriquecerás tanto con tu palabra como con tu silencio. ¡Bello destino! Pero, ¿Eres digno de él?
Queremos ser un partido conciliador entre españoles, que cree en el Estado liberal, el concepto de ciudadanía y la igualdad, libertad y solidaridad entre todos los ciudadanos
Descubrí que no soy disciplinado por virtud, sino como reacción contra mi negligencia; que parezco generoso por encubrir mi mezquindad, que me paso de prudente por mal pensado, que soy conciliador para no sucumbir a mis cóleras reprimidas, que sólo soy puntual para que no se sepa cuan poco me importa el tiempo ajeno. Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodiaco.
Un buen negociador nunca confía
El primer sentimiento fue el de la repugnancia, el segundo fue el de la indiferencia, y el tercero la curiosidad
(Ante la confesión del ex-Secretario de Estado estadounidense, Henry Kissinger, de sentirse 'primero americano, luego Secretario de Estado, y tercero judío'): En Israel, leemos de derecha a izquierda
Soy un defensor convencido del gobierno local, y lo soy, precisamente, porque soy un socialista revolucionario y, por tanto, enemigo del Estado. EL municipio es el último bastión desde el cual puede oponerse el ciudadano a la firme y creciente invasión del Estado.
El hombre puede ser un escéptico sistemático; pero entonces no puede ser ya ninguna otra cosa; y ciertamente tampoco un defensor del escepticismo sistemático.