Recuerdo haber ido a una fiesta de los premios MTV con sólo un calcetín cubriendo mi virilidad y conseguí más fotos que Jennifer Lopez y su microvestido sujetado con celofán a sus poderosas domingas.
Mi gente es morena de piel. Viste de manta blanca y calza huaraches... Se adornan con collares de oro o se ata al cuello un pañuelito de seda rosa. Se mueve despacio, habla poco y contempla el cielo. En las tardes, al caer el sol, canta.
La edad promedio de un hombre en la Edad de Bronce era dieciocho años; en la era romana, veintidós. El paraíso debe haber sido hermoso entonces. Hoy debe ser terrible. Cuando un hombre llega a los cuarenta no tiene posibilidad de morir bellamente. Sin importar cuánto se esfuerce, morirá por deterioro. Debe obligarse a vivir.
La realidad es la que despierta las posibilidades; nada sería tan absurdo como negarlo. No obstante, en el total o en el promedio permanecerán siempre las mismas posibilidades y se repetirán hasta que venga uno al que las cosas reales no le interesen más que las imaginarias. Éste es el que da a las nuevas posibilidades su sentido y su fin y el que las inspira.
Una vez hablé con Agustí Montal, entonces presidente del Barça, que me dijo lo siguiente: 'nuestros jugadores, cuando tienen una prima alta ganan, cuando tienen una prima mediana empatan y cuando tienen una prima baja pierden... como buenos jugadores profesionales que son'.
La costumbre disminuye la admiración, y una mediana novedad suele vencer a la mayor eminencia envejecida.