El sabio teme la bonanza; empero cuando descarga la tempestad camina sobre las olas y desafía los vientos.
Me ilusiona mucho, ya la tengo, la tengo. Sólo necesito no pensar en ello, dejar que madure en ese otro pensamiento que trabaja por su propia cuenta, me fío de él. Y así hasta que el pensamiento activo pueda tomar la decisión: ahora es mi turno. Entonces me siento a escribir.
Y ahora te diré lo que Tilte y yo hemos descubierto: hay que mirar hacia el interior de uno mismo. En el mismo instante que te alcanza el shock, te sobreviene una sensación muy especial y única, en tu interior, pero también por fuera, y esa sensación hay que palparla.
Yo creía que ahora estaba en la plenitud de mis posibilidades y capacidades, así que cuando llegase mi hora final sería como derribar un árbol, como dejar una cosecha entera de manzanas por recoger. Eso es triste. Y sin embargo debería aceptarse. Porque si la vida ha sido tan rica, seguir aferrado a ella sería de ambiciosos y desgraciados.
Ni el pasado ni el futuro tienen una existencia separada de este ahora; por sí mismos son una ilusión. La vida existe sólo en este preciso momento, y es en este momento cuando es infinita y eterna. Ya que el momento presente es infinitamente pequeño, antes de que podamos medirlo ha desaparecido, y sin embargo persiste para siempre.