Una obra se hace entre los ruidos atronadores de la industria y, cuando el polvo se posa, la pirámide, que recoge el eco del silencio, tiende al sol su sombra.
En aquel mar del Japón, los días de verano son maravillosos. El cielo parece de laca, no hay nubes y el sol brilla de tal manera que el sextante de Acab tenía vidrios de colores para poder mirarlo.