Quien esconde por miedo su opinión, y como un crimen la oculta en el fondo del pecho, y con su ocultación favorece a los tiranos, es tan cobarde como el que en lo recio del combate vuelve grupas y abandona la lanza al enemigo.
La noche era una lanza en la quebrada que medra a través de auténticos robles. ¿Y había yo andado los doce decimales particulares del viento?