A los cinco años me dieron una barba postiza y un disfraz para que hiciera de Santa Claus en una fiesta infantil. Desde entonces, mi destino está ligado a esos trajes. Denme un casco, un caballo y una espada, y en cinco minutos habré compuesto a un héroe de esos con los que el público se emociona.
Los invitados se encuentran; la fiesta comienza: puedes oír el feliz clamor.
Tiemblos de farolillos de verbena y músicas de los quioscos y encendidos árboles remontaban y súbitos diluvios de cometas veloces que vertían en sus ojos fugaces resplandores. Fue la más bella edad del corazón.
Toda mirada era un festejo de sol, de estar de abismo iluminado.
Luis Juez cumplió 44 años. Lo festejó junto a su hermano mellizo, aunque por las sospechas de fraude, sin demasiado entusiasmo y confesó: Tuvimos que usar un matafuego porque ya no teníamos aire ni para apagar las velitas