¿Ve usted aquellos hombres que descargan carbón? Yo también lo hice. Yo también descargué carbón de los barcos anclados en La Boca. Mis hombros saben cómo los encorva aquella faena prolongada bajo un sol calcinante. Eso era trabajar para poder trabajar más; me empleaba como descargador una semana para poder pintar la semana subsiguiente.
Entrometerse en el desatino del hombre es siempre una faena muy ingrata.
La adulación, bajeza del que adula; engaño del adulado y aún bajeza de los dos; porque su bajeza muestra el que gusta de su adulación, que no se fía en el valor de sus méritos.
Una verdad insuficiente resulta eficaz por una temporada, pero luego, en vez de una elucidación completa, se presenta de pronto algún error deslumbrante. Este le basta al mundo, y el engaño se mantiene así durante siglos.
A la empresa compatriotas, que el triunfo es nuestro: vencer o morir sea nuestra cifra; y tiemblen, tiemblen esos tiranos de haber excitado vuestro enojo, sin advertir que los americanos del sud, están dispuestos a defender su patria; y a morir antes con honor, que vivir con ignominia en afrentoso cautiverio.
La muerte de un hombre libre lava la ignominia de un pueblo de esclavos
Salir, beber, el rollo de siempre, meterme mil rayas, hablar con la gente y llegar a la cama y ¡joder!... qué guarrada sin ti.
El jueves reacciona como debe de reaccionar. Menuda putada me ha hecho este tío...
Aquí jadeo hasta acabar la sangre clavada en la canción mi lanza triste, hasta que el fruto de su viejo vientre lance al estrago la materna esfinge.
Adherida a tu velocidad, como la hoja a la rueda, lancé tímidas fechas a tus paisajes soberbios. Y sólo pequeños rincones de formas recogió mi corazón adormecido.
El agua de la felicidad no se nos da a beber en vasos, sino en la palma de la mano
Incluso con la propia mujer, usar la boca o el otro agujero es mala conducta sexual. El sexo entre hombres o entre mujeres es mala conducta sexual. Y usar la propia mano es mala conducta sexual. Tener relaciones sexuales con una prostituta pagada por uno mismo, y no por una tercera persona, no es una conducta inapropiada
El hombre, a quien el hambre de la rapiña acucia, de ingénita malicia y natural astucia, formó la inteligencia y acaparó la tierra. ¡Y aún la verdad proclama! ¡Supremo ardid de guerra!
—Las cosas ya no son lo que eran —dijo Húmedo. Era una apuesta bastante segura. Nunca seguían siéndolo.
Un hombre puede creer o no creer, eso es cosa suya. Porque es su propia vida la que apuesta por la fe, la incredulidad, el amor y la inteligencia. Y no hay sobre la tierra otra verdad más grande para el espíritu humano que esta gloriosa y humilde condición. El hombre arriesga su propia vida cada vez que elige y eso lo hace libre
El amor es una treta de la naturaleza.