Sólo los artistas y los niños ven la vida tal como es.
Si supiéramos lo mucho que Jesucristo ama a los niños y jóvenes y el ansia con que desea su alegría y su búsqueda del amor que él les tiene, en lugar de considerar penosa la enseñanza y de quejamos de lo que nos cuesta, estaríamos dispuestos a sacrificar la vida en este esfuerzo.