En un momento histórico en que el capitalismo no conoce fronteras, parece ilógico y contradictorio que los socialistas las inventemos incluso donde no las hay.
Te he dicho que he perdido la fe contestó Stephen pero no que haya perdido el respeto a mí mismo. ¿Qué clase de liberación sería esa de abandonar un absurdo que es lógico y coherente para abrazar otro ilógico e incoherente?