Admiración y familiaridad son extraños.
... algunos casquivanos o majaderos se divierten y complacen en fingir familiaridad con el vulgo para hacerle sentir después su desprecio de manera asertiva.
Nada me repugnaba más que el pensamiento de un vínculo entre la vida y la muerte. ¿Es que incluso un gato se esconde ante la proximidad de la muerte a fin de que nadie le vea morir?
Sentimos la íntima proximidad de lo que estaba perdido en las brumas del tiempo o disperso en un catálogo de anécdotas inconexas y falseadas. Se vuelven vivas y reales las hazañas de Tupac Amaru, las esperanzas de tantos alzamientos de indios, negros, mulatos y zaparrastrosos que oligarquías crueles y rapaces ahogaron en sangre...
Estamos llegando al fin de una civilización, sin tiempo para reflexionar, en la que se ha impuesto una especie de impudor que nos ha llegado a convencer de que la privacidad no existe
La barbarie, ¿sabe cuál es? La barbarie es decir: ‘te voy a mirar por el ojo de la cerradura, te guste o no te guste, y lo voy a hacer tantas veces hasta que te enojes’. La barbarie es invadir tanto la privacidad de una persona, hasta que la persona reaccione.
Cuando uno examina su propia interioridad y comprueba que no hay en ella nada malo, ¿por qué habría de ser triste, qué tiene que temer?
Lo que sólo es en sí, constituye una posibilidad, una potencia; pero no ha pasado todavía de la interioridad a la existencia.
¡Con qué frecuencia se nos obligó a cargar con fortuna parcialidad hacia el injusto!
Sin rencor ni parcialidad
Lo único que se acepta universalmente es la estrechez de miras.
La enseñanza primaria enseñanza para el proletariado proletariza a sus funcionarios. El Estado condena a sus maestros a una perenne estrechez pecuniaria. Les niega casi completamente todo media de elevación económica o cultural y les cierra toda perspectiva de acceso a una categoría superior.
La violencia es un problema no solamente de México, también en otros países la sufren. Pero trato de destacar que es un problema que el Gobierno tiene que resolver; nosotros, como mexicanos, podemos unirnos, pero es el Gobierno quien tiene la solución.
Infelices poned remedio a este mal modo de recibir a los huéspedes; no todos los que vengan serán Catones, embotad con el buen trato su autoridad y poder, porque no suelen desear más que un pretexto para tomarse fuerza lo que no les da grado