Amo el teatro porque me repugnan las ilusiones. No creo que el descontento – este espíritu de rebelión que me cabalga – pueda al fin aquietarse. Cuando parece reducido al silencio, siento el olor de la mentira que penetra en mi nariz. Si el descontento se aquieta, no sabría que hacer con el teatro.
La rebelión sentimental de las masas, el odio a los mejores, la escasez de éstos -he ahí la razón verdadera del gran fracaso hispánico-
Toda oposición contra el supremo poder legislativo, toda incitación que haga pasar a la acción el descontento de los súbditos, todo levantamiento que estalle en rebelión, es el delito supremo y más punible en una comunidad, porque destruye sus fundamentos.
Aquí estamos, el 11 de julio de 1995, en la Srebrenica serbia, justo antes de un gran día para Serbia. Entregamos esta ciudad a la nación serbia, recordando el levantamiento contra los turcos. Ha llegado el momento de vengarse de los musulmanes.