Un escritor no debe permitirse ser convertido en una institución
La institución tiene que estar del lado del pueblo y no del partido de Gobierno.
Es imposible imaginar el universo manejado por un sabio, justo y omnipotente Dios, pero es muy fácil imaginarlo administrado por un consejo de dioses. Si ese consejo en verdad existe, opera precisamente como el consejo de una corporación que está perdiendo dinero
Mi preferencia es por el tipo de instituciones económicas que han sido llamadas, creo que por Robert LeFevre, agóricas. Bajo las instituciones agóricas casi todo el mundo trabaja por cuenta propia. En lugar de la corporación existen grandes grupos de emprendedores relacionados por el comercio, no por la autoridad. Cada uno vende, no su tiempo, sino lo que su tiempo produce.
En el diccionario de la Real academia de la Lengua, en cambio, las palabras son admitidas cuando ya están a punto de morir, gastadas por el uso, y sus definiciones rígidas parecen colgadas de un clavo
Las palabras guay y fistro tuvieron que superar menos obstáculos –que la palabra miembra–, para ser admitidas por el diccionario de la Real academia Española
La escuela ha de edificar en el espíritu del escolar, sobre cimientos de verdad y sobre bases de bien, la columna de toda sociedad, el individuo.
Una escuela centrada en el individuo tendría que ser rica en la evaluación de las capacidades y de las tendencias individuales. Intentaría asociar individuos, no sólo con áreas curriculares, sino también con formas particulares de impartir esas materias
La nueva Universidad, además de que forme profesionales de carreras liberales y profesionales técnicos, como los reclamaba el desarrollo e incremento de la riqueza nacional, sea un centro de variadas informaciones para el público, de extensión universitaria, de investigaciones y experimen- taciones científicas y de fomento de la más alta cultura literaria, humanista y filosófica
Cerca del sol está el centro del universo
Se pasaban los primeros tres años de colegio diciéndote que fingieras esto o que fingieras aquello, y el resto de cursos castigándote si lo hacías.
El colegio donde me mandaron es un gran rollo mío, allí me enseñaron mucho, pero al mismo tiempo aprendí que la sociedad quiere que seas una marioneta: cuanto más famoso y mejor es el colegio, más marioneta vas a salir o, si no, más loco. Yo salí loco.
Yo me hice socialista en el seminario porque el género de disciplina que allí reinaba me ponía fuera de mí